DESTINO ENTRE LA SANGRE Y EL FUEGO, DE ENCARNACIÓN FERRÉ

MIGUEL SERVET: DESTINO ENTRE LA SANGRE Y EL FUEGO,
DE ENCARNACIÓN FERRÉ
CRÓNICA DE LA REPRESENTACIÓN TEATRAL Y ANÁLISIS DE LA OBRA
Mª ROSARIO FERRÉ CHINÉ Departamento de Lengua castellana y Literatura
CRÓNICA DE LA REPRESENTACIÓN TEATRAL
Estrenada en el IES Miguel Servet de Zaragoza el día 27 de octubre de 2011 con motivo de la conmemoración del V Centenario del Nacimiento de Miguel Servet, esta obra es la adaptación teatral de un guión radiofónico encargado por RNE a su autora el año 1984.
Este estreno contó con una extraordinaria acogida por parte de los numerosos asistentes, de entre los cuales se mencionan por su relevancia -aparte de miembros del claustro, antiguos profesores del Instituto, amigos y familiares de los alumnos del Centro- la propia autora y varias autoridades académicas tales como la Directora Provincial de Educación, Doña Montserrat Martínez, y diversos Inspectores de Educación.
El elenco de actores estuvo formado por profesores del Instituto pertenecientes a diversos Departamentos -algunos ya en situación de jubilación- quienes bajo la dirección y coordinación de Mª Rosario Ferré, desempeñaron un magnífico papel interpretativo: Pedro Vizcaíno (como Miguel Servet); Cristina de Prado (Conciencia de Servet), Carlos Moreno (Monseñor Palmier), Javier Lucea (Farel), Julio Salvador (Voltaire), José Manuel Mateos (Inquisidor Ory), Luis Lahuerta (Calvino), José Luis Andreu (Carcelero), Daniel Morales y Rubén Mejino (Guardias). Otros profesores colaboradores fueron Mª Carmen Martínez (que llevó a cabo una excelente selección musical) e Ignacio Cólera (encargado de sonido, grabación y montaje).
El interés que suscitó la obra motivó dos nuevas representaciones: una para todos los alumnos del Centro, los cuales habían recibido información previa sobre la figura de Servet a través de actividades programadas por diversos departamentos, y otra para alumnos de los Institutos de Educación Secundaria Goya, Miralbueno y Catalán, quienes mostraron posteriormente su agradecimiento a través de sus blogs y/o en carta remitida a la Dirección del Centro. Asimismo, Antena Aragón y Heraldo de Aragón dieron la noticia del estreno de forma muy positiva.
Características escénicas de la obra
Concebida como “Pieza teatral en un Acto”, la obra se desarrolla a lo largo del año 1553 en diversos lugares: despacho de Monseñor Palmier, palacio del inquisidor Mateo Ory, residencia de Calvino en Ginebra, cárcel y lugar de Champel. Debido a esta variación espacio-temporal, el espacio escénico se presentó dividido en dos partes, marcadas tanto por elementos decorativos de época, como por una gran pantalla integrada en el escenario gracias a bambalinas complementarias. En dicha pantalla iban proyectándose imágenes, bien en la zona derecha o la izquierda, según el espacio que se deseaba activar, y señalaban el cambio de lugar durante el desarrollo de la acción.
El martirio de Servet quedó resuelto mediante sombras chinescas sobre la imagen en pantalla de una hoguera centelleante, con un fondo de Kyries y lamentos.
ANÁLISIS DE LA OBRA
Basada en momentos cruciales del último año de la vida de Servet, la obra recrea literariamente este período y en lo fundamental se ajusta a la realidad histórica, sin olvidar que se trata de una recreación literaria, la cual, por su propia naturaleza, admite rasgos y licencias que comentaremos.
1. ASPECTOS HISTÓRICOS Y BIOGRÁFICOS DE MIGUEL SERVET REFLEJADOS EN LA OBRA
La obra se inicia en el despacho de Pierre Palmier, jerarca de la Iglesia católica, para quien Servet trabajó como médico y de quien recibió protección, amistad y respeto, como queda patente en su conversación (sabéis que estoy con vos; que admiro vuestra ciencia, vuestra sabiduría (…) Y que no dudaré, como primado que soy de las Galias, en ofreceros mi amistad y mi apoyo, hasta donde este fuese útil). Dicho apoyo proporcionó a Servet tranquilidad para emprender la escritura de su Cristianismi Restitutio, obra en la cual, entre otros contenidos -exposición de su pensamiento filosófico y propuesta de reforma religiosa y social, crítica eclesiástica- describió la circulación menor de la sangre, sustancia en la que Servet consideraba se albergaba el alma, el espíritu vital. (No debo tener dudas al escribir el libro en que ahora me ocupo; el titulado “Christianismi Restitutio” (…) Y vos, monseñor Palmier; vos que albergáis tal gentileza que permitís os llame amigo Pedro, vais a ser el primer que escuche de mis labios la teoría que sobre la sangre y su circulación estoy elaborando.)
Arranca pues la obra en este punto concreto del año 1553, pero irán apareciendo datos que completarán la biografía del personaje y su periplo vital. Así, aunque poco se conoce de su vida, sí se sabe que nació en Villanueva de Sijena (1511), lugar en el que su padre ejerció de notario real; datos que facilita el propio personaje cuando lamenta la intransigencia que reina, tanto en España como en Europa, en relación a sus actitudes hetorodoxas (este aragonés nacido en Villanueva de Sijena (…) el hijo de un notario como soy; infanzón linajudo de la serena España).
Educado en sus primeros años por el erasmista Juan de Quintana, pronto se despertó en Servet el entusiasmo por viajar y prosperar intelectualmente. Aprendió latín, griego, hebreo, se formó en Toulouse en materia jurídica, y allí fue acosado ya por inquietudes teológicas consideradas reprobables desde un punto de vista doctrinal. Viajó a Italia y Alemania. En Basilea y Estrasburgo entró en contacto con reformadores e intensificó su enfrentamiento con el catolicismo, mostrándose partidario de una reforma integral más radical que la promulgada por Lutero. Esta actitud lo enfrentaba tanto a protestantes como a católicos y provocó el rechazo de ambos (católicos y protestantes te aborrecen). La publicación de De Trinitatis Erroribus (1531) desencadenó la cólera contra él y fue acusado por la Inquisición española, que incluso envió al propio hermano de Servet para conseguir que regresase a España (me escuece en el alma la traición de mi hermano, presentando en bandeja a la Inquisición la trampa con la que deseaban atraerme. Que me consta que a mi querida España ya no puedo volver por esa causa; que allí fui declarado heterodoxo y que ellos no perdonan a este aragonés (…) el que promueva heterodoxias por Europa. Para eso están Calvino y los demás). Esta situación, agravada por el hecho de que continuase publicando otras obras igualmente prohibidas, le obligó a utilizar nombres falsos y determinó su periplo por diversas ciudades europeas (Corre y hazte llamar Michaele Villanovano o como quieras). La documentación histórica lo ubica (1532-1534) en París, lugar en que tomó por primera vez contacto con Calvino. Posteriormente lo hallamos en Lyon, donde entró en contacto con el humanista Champier, el cual lo impulsó a dedicarse a la medicina y a la astrología. En 1540 está en Montpellier y en Charlier, ciudad próxima a Lyon donde ejerció como médico, para pasar después doce años bajo la protección del arzobispo Palmier en Viena del Delfinado (jamás fui tan dichoso como la docena de años que en Viena viví arropado, monseñor, por vuestro manto). Y es allí donde asistimos a un registro en busca de libros que pudieran considerarse heréticos (tenemos orden de averiguar si ocultáis ciertos libros (…) ¡De don Miguel Servet!).
El envío de Servet a Calvino de un manuscrito de Christianismi Restitutio, junto con una serie de cartas en las que exponía sus teorías teológicas, amén de comentarios negativos sobre la obra del propio Calvino, le valieron el odio de este y la denuncia como hereje ante la Inquisición católica francesa. De ahí que oigamos a Calvino vanagloriarse de poseer los documentos que podrán inculparlo (Cuán incauto es don Miguel. Qué sustanciosas cartas hoy poseo, según las cuales no podrá escapar de la condena). También el personaje que representa la Conciencia de Servet menciona tales cartas y el manuscrito que envió a Calvino (¿Recuerdas cuánto te avisé que no enviases copia de tus libros a Calvino; que él los usaría como prueba; que no intercambiases con él aquellas cartas en las que te tiraba de la lengua para que te explayases en tu idea sobre la Trinidad?). En manos del inquisidor Mateo Ory, estas pruebas supusieron para Servet un proceso judicial y la consecuente orden de encarcelamiento (Vistas las pruebas que Calvino ha tenido la gentileza de enviar desde Ginebra en contra de Servet, se decreta para él prisión y muerte). Es conocido el hecho de que, sin embargo, y ayudado posiblemente por el carcelero a instancias quizás de Palmier, pudo escapar de la cárcel (Inquisidor Ory, siguiendo vuestras órdenes Miguel Servet ha sido interrogado (…) burló la vigilancia y se ha evadido (…) Todo hace sospechar que le ha ayudado a huir el carcelero). Pero, encolerizado ante la ausencia de Servet, Ory lo condenó a ser quemado en efigie junto a todos sus libros (¡Que se queme su efigie a fuego lento!) en la plaza vienense de Chernève, sentencia que se cumplió el 17 de junio de ese mismo año 1553
Quizás para huir de la Inquisición o por su carácter temerario, Servet fue a Ginebra (menos temo a Calvino que a la Inquisición) a pesar del peligro que ello suponía. Así, el 13 de agosto de 1553 fue reconocido y denunciado ante Calvino, quien ordenó su arresto (¿Dicen que Servet está en Ginebra? ¡No perdáis un instante; traedlo a mi presencia!). Sometido a juicio, le fueron imputadas dos herejías que suponían sentencia a morir quemado: no creer en el misterio de la Santísima Trinidad (porque era un hereje (…) Servet niega la Trinidad, sin temor a decir que Jesús era Hijo de Dios eterno, pero no Hijo eterno de Dios) y mostrarse proclive a no bautizar a los niños hasta que pudieran decidir por ellos mismos en la edad adulta. Así figura en la sentencia de muerte (porque contraría a las Escrituras decir que Jesús Cristo es un hijo de David; y por decir que el bautismo de los pequeños infantes es una obra de la brujería).
Tras una angustiosa espera e incomunicación en la cárcel y negándosele incluso la defensa por parte de algún abogado (¡Un abogado! ¡Requiero un abogado!), el 27 de octubre  de 1553 fue quemado vivo en Champel (el veintisiete de octubre de este año de mil quinientos cincuenta y tres, serás atado y conducido al lugar del Champel. Allí, sujetado a un pilote y quemado vivo con tu libro; tanto el impreso como el escrito de tu mano, hasta que tu cuerpo sea reducido a ceniza).
Al hilo de la historia que rodea a nuestro personaje, la obra deja patente el fanatismo y la intolerancia del momento, personalizados en la figura del Inquisidor Ory y en Calvino, al cual le será recriminado su carácter sanguinario (¿No te espanta tener las manos tan manchadas de sangre? Pasan ya de sesenta tus víctimas, sin contar los destierros (…) No me perdonas haber ejecutado a Jacques Gruet (…)  Y a Castellion ¿por qué lo destituiste de la dirección del Colegio de Ginebra?). También se le echa en cara su actitud incoherente; odia la herejía habiendo sido él mismo perseguido por reformador  (¿cómo puedes investirte del papel de verdugo para un hombre que, en diversas parcelas, debiera recordarte tu pasado?).
2. PERSONAJES
Aparte del protagonista, entre los personajes que aparecen podemos destacar fundamentalmente dos grupos: los históricos, que se ajustan a la realidad histórica, y los literarios. De estos últimos, uno es anacrónico y otro alegórico y, como veremos, cumplen además otras funciones.
2.1 MIGUEL SERVET. PENSAMIENTO Y TALANTE.
Si bien es cierto que existen dudas razonables acerca de que Servet descubriera realmente la circulación menor de la sangre (según fuentes consultadas tal hallazgo pudo deberse a un médico árabe del siglo XIII, o bien podría atribuirse a un italiano de la época llamado Realdo Colombo ), sin embargo, le es reconocido el honor de haber sido el primero en describirla por escrito, hecho que aparece claramente expresado en la obra que nos ocupa (tiene su origen en el ventrículo izquierdo del corazón y los pulmones contribuyen grandemente a generarla (…) Es atraída por el ventrículo izquierdo del corazón por medio de la diástole y desde los pulmones regresa por la arteria pulmonar). Pero esta referencia, por sí sola, no daría idea de la verdadera dimensión de este pensador y teólogo. Por ello la autora de Miguel Servet: destino entre la sangre y el fuego nos presenta un personaje que va más allá: nos lo muestra también como hombre frágil, lo cual nos lo hace sentir humano y adquirir fuerza dramática.
a. Científico: Inmerso en la búsqueda de la verdad, Servet manifiesta claramente una actitud intelectual propia del científico renacentista: habla de la necesidad de investigar, de renovar, de la búsqueda incesantemente (los tiempos andan y hay que correr con ellos hacia otras fronteras más atrevidas. Quedarse como agua de un estanque, sin avances y sin renovación, no conduce más que a corrupciones). Se hace patente su ansia de experimentación como método de conocimiento (sin mirar ni palpar, ¿cómo podrá la ciencia abrirse apenas paso entre las fantasmales sombras de la ignorancia?).
b. Teólogo: De las diversas conclusiones teológicas a las que llegó Servet, en la obra que analizamos se plasma su principio teológico referido a la sangre, en la cual considera se alberga el alma. Y explica cómo la sangre, al pasar por el pulmón, recibe el espíritu vital y se purifica (no se dice que el espíritu divino está principalmente en las paredes del corazón, o en el parénquima del hígado o del cerebro, sino en la sangre (…) el espíritu vital se compone de una sangre muy sutil, nutrida por el aire inspirado).
La obra hace también referencia a su teoría sobre la Trinidad, negando la naturaleza divina de Jesucristo (Servet niega la Trinidad, sin temor a decir que Jesús era Hijo de Dios eterno, pero no Hijo eterno de Dios), lo cual fue uno de los factores determinantes para condenarlo a muerte. Y en la sentencia se menciona, asimismo, su oposición al bautismo de los niños.
c. Defensor de la libertad de conciencia y de la libertad de expresión: La importancia de Servet como punto de partida hacia el reconocimiento de la libertad de pensamiento como derecho humano inalienable, es algo reconocido de forma indiscutible. Pues bien, estos principios se hacen claramente patentes en la obra objeto de análisis. A este tenor, ningún peligro, por extremo que sea, puede modificar su pensamiento ni sus teorías. Veamos algunos ejemplos. Uno lo constituye la respuesta tajante que da a Palmier cuando este le advierte del riesgo de ser tildado de hereje por defender determinadas teorías (sé que ese riesgo es grande, mas confío en que la humanidad no esté tan sorda y ciega como para poder negar las evidencias). Otro es la inalterable defensa de sus convicciones cuando se enfrenta a Calvino (¿Retractarme? ¿De qué? He iniciado un camino y no he de cejar nunca. Flaco favor me haría si ahora me aceptase equivocado (…) ¡Vivo, jamás, si ha de ser a costa de mí mismo!).
d. Hombre: La fidelidad a sus principios concedió sin duda a Servet fortaleza de ánimo para enfrentarse al martirio de la hoguera. Sin embargo sería absurdo pensar que, incluso un ser humano revestido de dicha fortaleza, no decayese frente a tan tremenda circunstancia. De ahí que, en el clímax de la obra, cuando le vemos ya ante la muerte, encontremos no ya al científico o al teólogo sino al hombre aterrado ante su destino. Teme el dolor y, sobre todo, el olvido (tengo miedo; siento pavor de ese fuego que purifica y, sin embargo, mata (…) y reduce a ceniza (…) y la ceniza a olvido (…) ¡Mira la pira allá! Mira aquella madera que abrasará la carne que me forma. ¡La pobre carne mía empapada de sangre; mi espíritu vital; el único reducto en que puede la vida refugiarse!). Sí, es un hombre y en el último instante se aferra a sus principios para que le concedan la fuerza necesaria para afrontar el sufrimiento (¡No! ¡No pude estar equivocado!).
2.2 PERSONAJES HISTÓRICOS
Personajes relevantes son Monseñor Palmier, Calvino, el Inquisidor Ory y Gullaume Farel, los cuales, según se desprende del análisis precedente referido a la realidad histórica, actúan como coadyuvantes en el desarrollo de la acción dramática y permiten además perfilar al protagonista.
Monseñor Palmier se define por su alto concepto de la amistad, rasgo constatado por cuantos han estudiado la biografía de Servet, así como su prudencia  y buen criterio (quiero advertiros otra vez -y quizás con ésta ya pasarán de ciento- cuán peligroso es, en los tiempos que corren, ser un innovador en según qué materias. Que todo, prontamente, se enfila sin escrúpulos por la senda dañina de los herético), Con estas palabras, Palmier matiza y pone de relieve la delicada situación en la que Servet se hallaba en 1553.
 De Calvino es resaltada su intolerancia y su carácter sanguinario, ajustándose plenamente  a cuantas descripciones de él han sido realizadas por diversos estudiosos.
A Ory lo caracterizan principalmente la intolerancia y la rigidez, rasgos que se corresponden con las referencias apuntadas por los historiadores y muy propios, a su vez, de un Inquisidor.
Guillaume Farel, importante difusor de las ideas de la Reforma -especialmente en Suiza- habiendo sido amigo de Servet en el pasado, apoyaba ahora las teorías de Calvino. Farel fue el confesor que acompañó a Servet mientras era conducido a la hoguera, y será también en esta obra quien cumpla esta función dado que la autora precisaba un interlocutor con quien pudiese Servet descargar su angustia y dejar al descubierto su ánimo agitado. (Hoy, Farel, tengo miedo (…) ¡Cómo me tiembla el alma!). De ahí que Farel, si bien no puede mostrarse conmiserativo con Servet, dará a entender que Servet recibirá en la eternidad aquello que haya merecido (esa alma, espíritu que hoy os pesa como si fuera un lastre, quedará permanente en la región de Luz que los merecimientos que a la muerte llevéis os hayan reservado para siempre). Y será utilizado por la autora para adelantar a modo de presagio el juicio justo que hará la Historia con la figura de Servet (los hombres no son justos, Servet, pero es justa la Historia. Es ella, ni un instante dudéis, quien os situará en el lugar donde os corresponda).
Como complemento al desarrollo de la acción dramática, aparecen los guardias enviados por la Inquisición para hacer el registro y los carceleros.
2.3 PERSONAJES LITERARIOS
Los personajes literarios de Miguel Servet: destino entre la sangre y el fuego son el fantasma de Voltaire y la Conciencia de Servet, que cumplen diversas funciones dramáticas.
La figura anacrónica y fantasmal de Voltaire, que entabla una hipotética  conversación con Calvino, entendemos que viene a representar de forma alegórica a la propia Historia, que indudablemente juzgará de modo negativo la intolerancia de  Calvino. Contribuye, a su vez a perfilar, por medio de dicho diálogo, al personaje; tanto en lo que se refiere a su pensamiento (claro, claro… olvidé tu concepto de predestinación), como a hechos puntuales de su vida (Tú Calvino, que durante tantos años fuiste fugitivo de la Inquisición por amor de una idea) y a su fanatismo e intransigencia (Y a Castellion , ¿por qué lo destituiste de la dirección del Colegio de Ginebra (…) ¿No te espanta tener las manos tan manchadas de sangre? Pasan ya de sesenta tus víctimas, sin contar los destierros (…) No me perdonas haber ejecutado a Jacques Gruet  (…) ¡Allá con tu conciencia!). Por otra parte, no resulta aleatoria su elección como personaje de la obra ya que el propio Voltaire, quien insertó un capítulo dedicado a Servet en su Ensayo sobre las costumbres, chocó también con la intransigencia calvinista en el siglo XVIII.
En cuanto a la Conciencia de Servet, cabe decir que su papel dramático es trascendental. Permite adentrarse en la mente de Servet y así conocer sus planes y vacilaciones (¿Cuál es tu plan, Servet? (…) Por el lago Leman huiré a Suiza), y hacernos partícipes de su preocupación (¿cuál ha sido mi debilidad para ser al fin víctima de una total derrota? ¿Cómo llegué a caer en la trampa mortal? (…) Por un exceso quizás de confianza (…) ¿Qué puedo hacer? (…) Muy pocas cosas ya). Desde otro ángulo, este personaje facilita la acción dramática puesto que en ocasiones va marcando el cambio de escenario. Así, por ejemplo, de la Viena del Delfinado, donde se encuentra Servet, a Ginebra, donde está Calvino (con las cartas en la mano, Calvino te persigue y te condena. ¡Escúchale reír!) y también trasladarnos al despacho inquisitorial de Ory (El círculo se está cerrando. Escucha al inquisidor francés Mateo Ory).
3. CONCLUSIÓN
Dada la complejidad del personaje y su periplo vital, resulta relevante en una obra breve, como la que nos ocupa, la capacidad de ambientación histórica y el ofrecimiento de una visión muy aproximada de Miguel Servet, tanto en su faceta humana como en su perfil de humanista. La obra nos traslada al ambiente de la época gracias a su indudable calidad literaria, manifestada en el especial uso del lenguaje -cuidado, aunque no rebuscado ni complejo, con una especial cadencia rítmica de la frase y un selecto uso de figuras retóricas. Destaca en este sentido el lamento final del protagonista -abrumado por el dolor, la incomprensión y el temor a la muerte-, que alcanza un patetismo agudo pero contenido gracias a los apóstrofes, las anáforas y las metáforas altamente descriptivas: ¡Cómo me tiembla el alma! ¡Alma cruel que en el instante más álgido se abate! ¡Oh alma despiadada que me habitas! ¡Oh espíritu divino que poseo y hoy no eres más que legión de dañinas avispas temerosas! ¡Punzón que por el tuétano se clava hasta dejarlo inerte! ¡Lámpara de mi luz y desgraciado hogar de la locura! Ay, mente mía, en exceso cargada de anatemas, ¡Cuánto mejor podría soportarte si estuvieras tan vacua como te anhelaría en este instante! ¡No puedo más!
También es remarcable la agilidad dramática, que en hábil sucesión de escenas, conduce paulatinamente al punto culmen del clímax final.
BIBLIOGRAFÍA
ALCALÁ, Á.(2003), Miguel Servet: Vida, muerte y obra. La lucha por la libertad de conciencia. Documentos. Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza.
ALCALÁ, Á.(2003), Miguel Servet, Zaragoza, CAI.
ALCALÁ, Á, (2003), Los dos grandes legados de Servet: el radicalismo como método intelectual y el derecho a la libertad de conciencia, Revista Turia, Zaragoza, Zaragoza, Instituto de Estudios Turolenses y Diputación General de Aragón, pp.209-220.
GOMEZ RABAL, A, (2003), Vida de Miguel Servet,  Revista Turia, Zaragoza, Instituto de Estudios Turolenses y Diputación General de Aragón; pp 63-64.
GOYANES, J., 1935, Biografía de Miguel Servet. Madrid.